Necrópolis Chor-Bakr, Bujara (el suburbio)

Necrópolis Chor-Bakr, Bujara (el suburbio)

Necrópolis Chor-Bakr, Bujara (el suburbio)

Eran realmente los reyes: no se tomaba ninguna decisión sin su conocimiento, tenían un poder mucho mayor que los gobernantes nominales.

El pueblo Dzhuybar, por donde provienen los famosos Dzhuybar seyids - (descendientes de la familia noble del profeta Mahoma), era un rabad, es decir, un suburbio de Bujara, a 5 km del centro regional. Era un asentamiento enorme, y cuando Bujara lo integró dentro de sus fronteras, más allá del muro de la fortaleza, se habían formados muchos barrios.

Los jeques eran seguidores del orden sufí de Nakshbandi, predicadores y expertos del Islam. Así como grandes señores feudales que poseían tierras y ciudades enteras. El jan de Bujara, Abdulajan - el hijo del Sultán Iskander, le trataba a la persona del primer Dzhuybari Jozha Muhammad Islam como a su mentor y maestro. Jozha Islam fue el asesor del soberano en asuntos grandes y pequeños, le honraban igual que al jan. Una vez que Abdulajan se atrevió a tomar una decisión sin Jozha Islam, aceptó la propuesta de trasladar la capital de Bujara a Balj. Jozha Islam, al enterarse de la noticia, dijo humildemente que la decisión se tomó sin consultarse con él: “y veamos qué sucederá” ... No hace falta decir que Abdulajan, al enterarse de estas mansas pero significativas palabras del mentor, inmediatamente cambió de opinión.

Y había motivo para temer. Jozha Islam tenía el poder de sustituir gobernantes y designar a otros según su voluntad y deseo, y su poder era ilimitado. Al mismo tiempo, los sayyids de Dzhuybaridas tenían autoridad entre el pueblo, eran científicos, poetas, confesores, diplomáticos y embajadores. El hijo mayor de Jozha Islam, Jozha Saad, no solo era un "gobernante sin corona" y el hombre más rico, sino también un filántropo y constructor que construyó muchos edificios religiosos y civiles, madrazas con janakas, baños con bazares, sardobas (aljibes) y talleres. Jozha Saad era uno de esos políticos que, ante todo, pensaba en la prosperidad del estado, porque "no hay ningun honor de gobernar a un pueblo pobre y hambriento"

La necrópolis Chor Bakr que está en suburbios de Bujara se concibió inicialmente como un jardín, en medio del cual habían edificios de una mezquita, janaka y madraza, y todo esto encima de la tumba del antepasado de Jozha Abu Bakr Saad. El conjunto arquitectónico se erigió lo antes posible en tres años, finalizando la construcción en 1563. Alrededor se plantaron álamos, cipreses, plátanos y pinos, asi abrieron un camino desde las puertas de Bujara. Era un lugar encantador, el mismo jan descansaba a menudo en estos jardines, y los estudiantes de la madraza caminaban por los caminos de piedra, con lapices “kalams” y libros gruesos. Ya en el siglo XX se construyó un pequeño minarete en medio de la plaza, como cualquier minarete de Bujara, repitiendo la forma y la linterna del minarete Kalyan.

Jodzha Islam murió y fue enterrado en la tumba de su antepasado, en tres sabanas de brocado. Más tarde, Abu Bakr Fazl y Tojiddin Jasan fueron enterrados en esta tumba (jazira). Este fue el comienzo de la necrópolis y tumba ancestral de los seyids de Dzhuibaridas. Cuatro representantes del clan, "cuatro hermanos": así se traduce el nombre del complejo Chor-Bakr. Ahora el número de edificios en el territorio del complejo supera los 30.

A pesar de que los jozhas (gente religiosa) de Dzhuybaridas eran musulmanes y sufíes, cerca de algunas tumbas se puede ver lámparas zoroástricas, pequeñas estructuras cilíndricas, con un nicho en el medio, para encender un fuego. Hay restos de mayólica antigua y altos cimientos de piedra. Y un árbol muy extraño crece en las tumbas, lo llaman “chulon” que en la antigüedad se dedicaba a "Destruir el espíritu maligno". Su tronco está astillado como un muro viejo, entre las hojas crecen semillas de espinas muy afiladas. El árbol da una sombra extraña, que se cae encima las tumbas antiguas como una misteriosa caligrafía arabe.

El tiempo no ha perdonado a la necrópolis de terracota, pero incluso restaurada, levantada de las ruinas, sigue impresionando. A los profesores de historia de Bujara les gusta impartir sus clases allí, contando sobre la epoca de los Sheibanidas. Silenciosa, estricta y sublime "Ciudad de los Reyes Muertos", con muchas calles, tumbas, puertas y pasajes - es un verdadero lugar para la meditación. Aquí no se ve un flujo de turistas ni muchos peregrinos: la necrópolis está tranquila y solo el sonido de las puertas que se cierran sin apretar debajo de las cerraduras rompe el silencio.