Mar de Aral. Uzbekistán, Kazajstán y la catástrofe ecológica general
Según los datos de cronología absoluta de investigadores de Rusia y Estados Unidos, publicados en la revista «Quaternary Science Reviews», el mar de Aral apareció hace 17.600 años, como un resultado del deshielo de los glaciares de Tien Shan y Pamir y originalmente fué de agua dulce. Según los científicos, por el afluente del Amu Darya, el Aral incluso formaba la parte del Mar Caspio.
El Mar de Aral esta ubicado en la frontera de dos países. En Uzbekistán, el lago se llama Orol dengizi, en Kazajstán - Aral Teńīzī, y la palabra "Aral" en los dialectos túrquicos significa literalmente "la isla". A principios del siglo XVII, otro descenso en el nivel del agua provocó la formación de islas. “Barsakelmes” y la parte norte de la península Vozrozhdeniye (Renacimiento) pertenecen a Kazajstán, la parte sur pertenece a Uzbekistán.
El Mar de Aral. La historia triste de desaparición
Los viajes al Mar de Aral y su creciente popularidad son evidencia de una mayor conciencia de las personas sobre los problemas ambientales. Las costas fangosas atraen a miles de turistas, convertiendolos a testigos presenciales de un impacto fatal del factor antropogénico en la naturaleza, para aprender lecciones y no repetir errores.
Antes de la catástrofe, era un lago salado sin acceso al Océano Mundial, que de tamaño ocupaba el cuarto lugar en el mundo. Debido a su impresionante extensión y sal en la composición del agua, el Aral fue llamado el mar. Hasta los años 60, la area era de 68.500 km2.
Anteriormente, aquí se ubicaba un puerto completo, navegaban las flotas pesqueras y la captura se procesaba en las fábricas locales. Aquí había 20 variedades de pescado comestible.
La tragedia de la desecación del Mar de Aral ocurre ya los ultimos 60 años. Año tras año, las aguas de los ríos Amu Darya y Syr Darya que alimentaban el mar fueron extraídas para el riego de campos de algodón y arroz, en contra de los cánones de la hidrología. Esto no fue suficiente para saturar por completo la tierra para los cultivos, pero era bastante para iniciar lo irreversible: después de 10 años de una campaña industrial, el nivel del agua había bajado a 60 cm, lo que llevó a una acción urgente. El mar se “derretía” ante nuestros ojos, e incluso la desaparición del Estrecho de Berg y la subsiguiente división en dos embalses en 1989 no dieron lugar a medidas urgentes.
En 2014, la parte Sur del Mar de Aral se secó por completo. Ahora, donde antes brillaba la profundidad azul de la extención del mar, solo se quedó una superficie con un área de solo 7297 km². De la superficie de agua que alguna vez fue vasta, quedaron 3 embalses separados: el lago Aral del norte, la cuenca del suroeste y el lago Tushbaz.
Es la víctima de la insaciabilidad humana, el consumismo y la interferencia irreflexiva con la naturaleza misma.
Las consecuencias no se hicieron esperar. La industria pesquera sufrió económicamente, degeneró y la salinización del suelo lo hizo inadecuado para el cultivo. La transformación del mar en un desierto sin vida afectó mucho más al medio ambiente. El deterioro del clima, el aumento de las tormentas de arena y polvo de sal, la extinción del ecosistema de los deltas de los ríos, asestaron un duro golpe a la salud humana. Las enfermedades respiratorias, la leucemia y el desarrollo de patologías intrauterinas, un precio tan alto para la explotación de los recursos naturales.
Las investigaciones inspiran la esperanza para la reactivación de las aguas caudalosas del mar de Aral, que durante los últimos milenios ha cambiado repetidamente de tamaño, alcanzando un mínimo correspondiente a nuestro presente. El agua volverá: la vida del reino del mar también se restaurará, la flora y la fauna florecerán, se volverán los barcos y la gente y las casas junto al mar ya no estarán vacías. Y luego, los viajes al Mar de Aral dejarán de ser un símbolo de tragedia: serán reemplazados por la alegría del renacimiento y la contemplación de un milagro, cómo la vida regresa al desierto de Aralkum y las costas saladas se cubren con olas pacificadoras.